jueves, 10 de abril de 2008

El precio de la libertad

En un barrio olvidado de Bagdad, en pleno Iraq de post-guerra vivía un niño de 11 años llamado Kadin.

Era solo un niño, pero vivía una vida de adultos la mayor parte del tiempo.
Su padre había muerto durante la guerra, con lo cual Kadin a su joven edad se había tenido que hacer cargo de la casa, trabajaba vendiendo frutas en un puesto que había heredado de su padre en el mercado del pueblo.
Kadin debía mantener a sus dos hermanos menores y ayudar a su madre en las tareas de la casa.

Tanta actividad no dejaba lugar a que el niño se preguntara demasiado sobre las razones o las circunstancias en las que su padre había muerto, y la madre hacía cuanto podía para evitar el tema.

El sabía que había sido muerto a manos de el ejercito americano, pero las pocas explicaciones que en su momento le habían dado a la madre y que Kadin escucho hablaban de que fue una ejecución a sangre fría, soldados americanos que buscando supuestos terroristas dentro del mercado, dispararon a quemarropa a un grupo de hombres "sospechosos" entre los cuales estaba su padre.

El creía en su padre, que le había enseñado lecciones de vida y comportamiento que Kadin se esforzaba por seguir al pie de la letra, como temiendo que desde algún lugar su padre todavía lo observara, y creía en la inocencia de su padre, y por ende odiaba al ejercito invasor, que había llegado a tomar la vida de su padre, en pos de "la libertad".

Un día en una fiesta familiar, Kadin escucho de boca de uno de sus tíos las palabras que durante mucho tiempo no conseguiría olvidar, su tío se lamentaba por la muerte del padre de Kadin, comentando que fue un desperdicio... "ya estaba todo preparado" decía el hombre, "tu esposo iba a morir como un héroe" le contaba a la madre de Kadin.

El niño siguió escuchando y tratando de descifrar lo que su tío explicaba a un grupo pequeño aislado del resto de la reunión, un grupo al que Kadin no estaba invitado, después de todo era solo un niño.

Luego de mucho esfuerzo, Kadin entendió lo que su tío estaba explicando, su padre era el elegido para un ataque suicida en el centro de la ciudad con el cual intentarían dar un golpe más a las fuerzas invasoras.

El niño no podía entender cuales serían las razones que llevarían a su padre a realizar semejante acto, Como su padre, amoroso y responsable hasta hace unos momentos en la memoria de Kadin podía tomar una decisión tan egoísta y dejar a su esposa e hijos solos. Como su padre, que tantas lecciones le había enseñado lo podía traicionar de tal forma.

Tampoco entendía como su tío y al parecer el resto del pequeño grupo al que le contaba este hecho podía pensar que su padre se iba a convertir en un héroe, si justamente eso era lo que siempre había sido para Kadin, y ahora estaba dejando de serlo.

Al día siguiente el niño le pregunto a la madre si todo lo que había escuchado era cierto, si su padre realmente era capaz de tal traición, a lo que su madre respondió que no, que su padre nunca estuvo de acuerdo con estas cosas, y que el tío solo hablaba así porque el alcohol le nublaba el pensamiento. Sin embargo el niño no quedó muy convencido, temía que la madre le estuviese mintiendo para que no se sintiera defraudado de su padre.

Pasaron los días, y Kadin seguía con la duda, tenía mil preguntas en la cabeza, “terrorismo”, “patriotismo”, “en pos de la libertad”, “sacrificio justificado”, eran palabras que le daban vueltas, y como en un rompecabezas las trataba de encajar, nunca había entendido al ejercito invasor, que siempre supo que no los venían a ayudar, pero ahora tampoco entendía a los suyos, a su pueblo que le había quitado una parte de su vida.

Una tarde mientras se preparaba para volver a su casa desde el mercado, escucho un murmullo que venia desde una punta del mercado, ese murmullo en cuestión de segundos se convirtió en estruendo, el estruendo de las tropas americanas que invadían el mercado, disparando a un grupo de hombres que huían de ellos mientras disparaban sus armas. Cuando Kadin logro reaccionar y tirarse al suelo ya era tarde, una bala le había atravesado el estomago y otra el pecho. No sabía si habían sido balas americanas o iraquíes, solo sabia que le dolían.

Desde el suelo miraba esperando ayuda, pero todos estaban ocupados en salvarse a si mismos.
Solo podía pensar si su padre estaría orgulloso, se había olvidado de todos los reproches que tenía para él.

En los últimos suspiros que dio en este mundo, Kadin al fin comprendió que “terrorismo”, “patriotismo”, “en pos de la libertad” y “sacrificio justificado” eran todos sinónimos, sinónimos de la estupidez humana.


Dedicado a Maria Noel, que me chantajea de que si no se lo dedico no deja comentarios.